A punto de cumplir los treinta, tengo el honor de anunciar la publicación en Amazon de una recopilación de relatos de fantasía humorística creada en mis tempranos veinte. Con ilustraciones a cargo de Eduardo García, mi compañero de batallas en el complicado mundo del cómic, esta colección se conforma de alguna manera como testigo de mis comienzos como escritora. Los relatos han sido revisados numerosas veces. He cortado lo que he considerado insustancial, he rebajado azúcar en general y he adaptado algunos cuentos a un clima más moderno de valores. Hasta ahí llega la tijera, respetando siempre la esencia de hace ya casi diez años. Podría haber sido más cruel. Soy consciente de que hoy en día no los habría escrito así. Pero cortar más habría sido batallar inútilmente contra fantasmas del pasado. Y alargarme más con este tipo de explicaciones es como si estuviera pidiendo perdón, de manera que hasta aquí llego.
En cierto modo, estoy orgullosa. Queda su frescura, su torpeza en ocasiones, todos los momentos que rescataría, sus personajes poco convencionales, llenos de dudas, manías, inseguridades, ansiando descubrir el significado de la vida, la identidad, la amistad y el amor. Poco después escribiría "Yo desobedezco o cuento de Ámsterdam", un relato largo radicalmente opuesto, lleno de crudeza, hostilidad, sexo descarnado. Otra manera de formular las mismas preguntas sobre la vida, la amistad y el amor.
En estos relatos veo mucho de lo que fui y de lo que soy ahora. Veo admiración a Terry Pratchett, William Goldman, Neil Gaiman, Ron Gilbert (guionista de Monkey Island) y a otras personas no tan conocidas, pero igualmente brillantes a mi juicio, que han ejercido una gran influencia en mi forma de escribir. Veo también el mundo de Libra, creado a raíz de estos cuentos, un universo para historias de cómic, todavía inédito, creado junto a Eduardo García. Por supuesto, también veo lo que ya no soy y eso es señal de que me hago vieja pelleja, de que peino algunas canas más, de que algo va cambiando y evolucionando por aquí dentro.
Sé que esta no es la mejor forma para intentar vender una colección de relatos. Pero cuando creé el blog tenía claras dos cosas: la primera, que no iba a ser un diario de pornografía emocional. La segunda, que mucho menos iba a convertirlo en un folleto publicitario.
Aquí queda "Cantares no autorizados del Reino de Nim", no exactamente tal y como se escribió, pero sí su versión definitiva. Mis criaturas tendrán que arreglárselas para sobrevivir por sí mismas, porque ya no volveré la vista atrás.
Se lo dedico a todos aquellos que piensan que reírse de los típicos cuentos de hadas es una forma de amar los verdaderos cuentos de hadas.