Han pasado unos días desde su fallecimiento, y todos sabíamos que sería un acontecimiento importante la llegada de ese momento. Tan importante que de alguna forma imaginamos que nunca llegaría, que hay hombres demasiado grandes para algo tan común y definitivo como la muerte. Pero al final ocurre, y pensándolo bien a uno le cuesta dar con alguien que no haya tenido algún tipo de contacto con el universo de Stan Lee, aún sin saber de su nombre ni haber leído nada de su obra. Le cuesta imaginar a alguien que por una razón u otra no tenga un buen motivo para presentar sus honores, para despedirse, aún en su desconocimiento, de un hombre que en cierto sentido era la mitad de un mundo.
Hace poco, jugando el nuevo juego de Spiderman, me entró la misma sensación que tenía cuando era niño y leía sus cómics. La sensación de estar leyendo al superhéroe que de alguna forma uno está más cerca de ser. Este pensamiento me vino de la introducción del personaje, de su primera escena que da lugar a la parte jugable. No es una batalla, ni Spiderman se encuentra al borde de la muerte. Es un despertador sonando, prisas por llegar tarde al cumplimiento de su deber autoimpuesto, es una habitación destartalada y un tarro de ahorros eternamente vacío, un aviso de desahucio, y por supuesto, está Peter Parker, un héroe que se sobrepone, el superhombre que se esconde en un rincón de lo que en ocasiones es una vida desestructurada. Peter se entrega a aquello que, como reza la canción de fondo del opening, nos hace sentir vivos.
En ese momento sentí que ese opening servía para resumir la esencia de Spiderman. Y aún lo creo. Entonces también recordé lo fácil que sería para Peter Parker estar del otro lado, ser la propia sombra de su bondad y entregarse al mal. Pero “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Por eso cuando Spiderman se pone el traje es más que Peter Parker, es un héroe, un héroe que lleva a rastras a un ser humano común, condenado a trabajar en sus inicios para el hombre que volvía a la opinión pública contra su alterego, condenado a verse incapaz de defender a sus seres más cercanos, condenado a ser Spiderman, pero dueño, al mismo tiempo, de esa elección.
Eso me enseñó cuando era un niño que nuestro verdadero valor reside en elegir ser héroes en un mundo en el cual lo más racional o sencillo es ser villanos.
Spiderman es una contestación a aquella frase de "Batman, el caballero oscuro": “O mueres como un héroe o vives lo suficiente para verte convertido en un villano”. Spiderman es la tercera vía. Spiderman decide renegar de esa premisa. Spiderman es el camino del héroe cuando todo parece perdido.