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Noir Burlesque, de Enrico Marini. Novela gráfica a ritmo de jazz.



Noir Burlesque, escrito y dibujado por Enrico Marini (publicado originalmente por Dargaud y traído a España de la mano de Norma), si bien parte de prototipos clásicos no es un simple homenaje al género. Esta obra va más allá de los códigos establecidos y, con un control exquisito de la fuente de la que bebe, nos ofrece una historia viva sobre criminales, ajustes de cuentas y femme fatales marcada por un ritmo trepidante. Noir Burlesque aporta algo nuevo y único gracias despliegue visual tan particular, elegante y lleno de fuerza del universo de Marini, diálogos directos, crudos e ingeniosos, y una expresión genuina e intensa de los personajes a través de la sexualidad (algo que difícilmente podríamos encontrar en películas sometidas al código Hays de una forma tan explícita y libre de trabas).


Contar una historia es como tocar una guitarra. De un medio limitado (seis cuerdas y doce trastes) brotan mundos infinitos ejecutados con mayor, menor o nula pericia. En este caso, la conjunción del guion y las imágenes hacen que en esta novela gráfica se escuche constantemente la música. No se trata de una melodía solemne y aburrida. Es puro jazz nacido de la combinación de instinto, experiencia y saber hacer. Es efervescencia, diversión, desafío, sensualidad, emoción. Burlesque.


Gracias a una trama sencilla y efectiva, salpicada por las heridas de un malogrado amor entre los protagonistas, se desgranan personajes femeninos y masculinos llenos de fuerza, carisma y determinación. Slick y Caprice viven expuestos en un medio duro donde el amor es un lujo que no pueden permitirse.


Parece que hoy en día “aportar algo nuevo” significa elaborar ficciones atemporales con hombres deconstruidos y mujeres intachables que les instruyen acerca de cómo tienen que comportarse. Lo arriesgado es rascar la superficie y mostrar el lado oscuro, la entraña, lo que palpita desde lo más profundo y que se manifiesta catárticamente a través de la ficción; revelar las contradicciones, la ternura y la necesidad de amar en un mundo regido por la inmundicia moral. La luz se manifiesta a través del contraste con la sombra y el resultado es una amplia gama de matices grises, con el rojo, símbolo de la disrupción y la sangre pero también del amor y la pasión, presente siempre como esa fuerza llamada “deseo” que puede volver todo del revés en el momento menos esperado… aunque para leer el clímax de la cuestión habrá que esperar al segundo.


En estos tiempos de autocensura y neopuritanismo, Noir Burlesque es una brisa de aire fresco y energizante. El autor ha hecho lo que un artista siempre debería hacer: ser libre sin importar las consecuencias. Es de agradecer que Marini no se haya sometido a los designios censores de gente que hace mucho ruido y lee pocos cómics.



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