Hambre de Pájaro.
Hermosas reflexiones que sorprenden por desconocidas en un entorno supuestamente conocido. Me ha resultado como los entrantes a una comilona. Abre el apetito (de pájaro).
La Reina Mab.
Los diferentes giros de la historia no te permiten desengancharte de la misma. La sensación es de ir sobrada y de derroche de ingenio. La manera en que conduce lo concebible hacia lo inconcebible me parece genial. Ahí radica la magia del escritor, en que una chica pueda poner un huevo y el lector ni siquiera dude de que es factible. Fantástico.
My lady Blacksleeves.
Dentro de una inercia positiva, que facilita su lectura por la sencillez y claridad con que se narra, encuentra su punto más confuso hacia el final, donde todo sucede de manera algo atropellada. El conjunto es una gran historia que no se deja leer si no es de un tirón porque engancha.
La cosa de al lado.
El comienzo, que es claro y preciso, deriva después en algunos cambios de escena bruscos, que hacen tener que replantearte de nuevo la trama. El último tramo retoma el carril de aceleración y se hace trepidante. Por otra parte, la historia en sí está bien enfocada. Tiene identidad. Tiene personalidad.
Un Gorrión cae muerto sobre la nieve.
En este relato da la sensación de aparecer en mitad de una película. Veo escenas tan nítidas que no tardas en identificar tu personaje favorito, en mi caso Abi. Cada personaje tiene una carga enorme sobre la historia. Destaca pues la clarísima manera en que los personajes y la trama están definidas. Imposible perderse. Imposible dejar de leer. Es de lo mejor que he leído últimamente en cuanto a relatos.
Cuervo.
En este otro relato se afloja un poco el pie del acelerador. Y no quiere decir esto que el relato tenga menos calidad, sino que se toma más pausadamente. No he encontrado bruscos giros en la trama ni sofisticadas artes de artificio. No le hacían falta. Es un escrito sereno que nos sitúa con claridad en el momento y en el lugar en el que sucede todo. Incluso con el salto final de veinte años en el tiempo. Ahí es nada.
Tatuaje Old Fashion.
Este relato ya le había leído antes y he disfrutado tanto como la primera vez. Es el más perturbador de todos los del libro. Aquí no basta con leer, sino que hay que ir más allá. Se requiere interpretar. Sin duda este no es un relato para cualquier lector.
Las ilustraciones.
Las ilustraciones que acompañan al propio libro son una buena puerta de entrada para la historia que se desarrolla después. Inquietantes y expresivas. Un indicativo en imagen de lo que vas a encontrar después en letras, reforzadas a pie de ilustración con una frase del texto que parece haber sido extraída quirúrgicamente como muestra de la fortaleza del relato.
En resumen:
Todos los relatos tienen en común una cosa: se sabe lo que el autor ha querido contar (ni mucho menos siempre es así) no hay palabras de fogueo, no hay estúpidas triquiñuelas, no hay ensañamiento erudito, no hay aburridas simplezas.
Sí hay impactantes historias, sí hay surtido variado de temas, sí hay profundidad en la narración, sí hay tensión, emoción, y multitud de condimentos como locura, sensualidad, algo de esperpento, incluso momentos para sobrecogerse.
Más resumen aún:
En este libro de relatos hay arte.
Firmado: Fernando Castillo Pérez
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